La vida agitada, la marcha desenfrenada y los millares y millares de impresiones que nos brinda la época actual como: moda, esteriotipos, fama, etc han tenido como resultado: enfermedades, muerte.
Quien va con la corriente un día y otro día, a flor de agua, sin cuidado sin preocupación, no llegará a conocerse nunca.
Feliz el joven que aun hoy en día puede consagrar momentos de su vida al cultivo de su desarrollo moral y espiritual .
¡NO CONOCEN SU PROPIA ALMA!
Pues si la conocieran se espantarían de la selva tupida que forman la hiedra y la enredadera chupando la savia vital, y por donde corren un tropel, fieras sanguinarias de las pasiones sin freno, fieras que llegan a destrozar en sus albores la vida que se despliega.
No llegemos a ser jóvenes u hombres como trozos de madera que arrojados en impetuoso rio son arrastrados por la corriente de agua, sin saber por qué ni dónde o como veleta en la cúspide de la torre, volviéndose acá, girando allá, sin saber cuáles son los vientos que los muevan.
No esperemos que el viento cortante de noviembre remueve por millares y millares las hojas de los arboles, muertas, secas, caídas. “Hojas en alas de viento”.
¡¡Es tiempo de despertar a la vida!!
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